Me dejas entrar
a tus lugares reservados;
asimilas mis ansias de flotar en tus detalles
y disculpo tu tendencia
a servirte de mi luz caníbal
para enfrentar tu arrebato…
Me sueñas, sin titubear,
improvisando el movimiento oportuno
y sabes
que la exudación de la esencia
es el silencio
que subyuga al penetrarte;
que me hace crecer las ganas
de desenvainar la más dulce tortura
sobre las tuyas;
sudar, juntos,
la expresión genuina del instante…
Nadie más
puede compartir la escena
que imagino con tono deliberado,
porque vives en mis ojos
donde quiera que mire,
como fuego alocado
que arrasa los escenarios
con su originalidad;
esa brutal instrumental
que se acopla a mi lengua mutante,
posiciona, sin limitantes,
el aire que te busca respirar…
Mi noche te piensa
y amamanta,
mientras resuelves su acertijo
y son tus dedos anfibios,
los que develan un pronombre
que se llama tuyyo;
eximio caminante de mi rumbo,
haces girar mis ciclos,
definido por esta delicia arbitraria
de volverme a empezar…
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