Derrapar tu piel,
mientras acelero el papel de tentarte,
es la idea que sostengo
para precipitarme, luego,
sobre los esquemas refinados
con los que llamas mi atención;
dos soledades,
dos puntos en la parte
en que convergen,
como realce de un diseño convenido…
Me ambicionas, tan pronto,
situación que desmantelo
de inmediato
para darme,
presa fácil,
a tu falta de juicio…
Lluvia plateada en rompeolas,
cuando me adopta la palabra;
recojo del silencio
eso que llamas brillo;
una expresión demasiado pura
para descontrolarme por completo…
Sin compostura,
me acorralas
y, vaporosa,
me ciño a tu esfera subliminal
para que, tarde o temprano,
al desertar de lo plano;
en brazos de una estrella,
al vuelo de tu noche,
deslumbrar…
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