Me doy
al misterio de tu retorno;
a la tentación
que me sorprende,
volando bajo;
inclinada a perderme
ante tus, siempre irresistibles, ojos…
Y que me bata su estrategia
de fondo,
porque te sé
en la humedad silente;
en la desnudez que escoges,
como una de tus pociones
para seducirme e inducirme a tu lengua…
Y sí,
te he pensado, conmigo,
en un diálogo novelesco,
distendido,
perforando el vacío,
a riesgo de tu silueta,
rodeándome
proscrita la distancia;
en una estación diferente…
Y sin querer, te tengo
y sin quererlo, me tienes
en un baile de máscaras incendiadas,
como el sol, atravesando el espacio
para hacer contacto ciego
y darse poderoso y bello
a los rieles eternos del caminante;
en una persuasión prolongada;
exposición de la inocencia,
extenuada por tu desplante…
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