Calibras con la lengua
la intensidad que luzco
y es que tu luz corea mis versos
con presunción de emergencia
y lo grato de su juego verbal,
coloca el énfasis
en mi manera de flotar
por tu causa…
Eclipsada por las sensaciones
que me despiertas,
yazgo en tu platinado lecho,
enredada toda en ti
y tú, dejándote seducir
por la destreza
con la que enrosco,
en tu saliva, el éxtasis
de quien promulga con crudeza
sus términos y condiciones…
Al hundirse la noche
en ese atípico estilo
que propagan tus ojos,
se multiplican las sentencias de lo eterno
y una promesa escultural,
acaba suspendida en progresiones
y nuevos puntos voladores
se suscitan,
a la vez que se derriten,
mientras abro la boca
y te invoco,
para que me encuentres
en las sabanas de tu imaginación,
como una gota de caramelo o miel,
símil o metáfora
de tu inabarcable pericia,
sin desconectar el vaivén
de un silencio feroz,
agazapado,
ahorrando el filo de su intrepidez…
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