Elevo, con risueño tono,
un suspiro,
hecho de fuego;
cuyo mérito es todo tuyo
y es que, al soltar un resuello,
tan lleno de tus labios,
sueno y vibro,
floto y fluctúo
a la par que tu silencio…
Riges cada parte de mí,
formulando una aleación conjunta,
placer y frenesí,
mientras, servida de ti,
maleable a tu influjo,
irrumpo las barreras naturales
de tu piel de hechizo
y más allá de los espejos,
en sus planos delictivos,
me descubro,
complicando la realidad;
cercando esta agonía,
mientras me hundo en tu melodía orgánica,
inmortalizando lo irremediable de amar…
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