Escucho, atenta,
tu canto
que no cesa ni desentona;
su tono e intensidad
me arroja a tus precipicios alados
y, envuelta en un vapor fragante,
con el néctar de rebelión
en los labios,
alimento a tus mariposas
por asirse a lo que siento,
provocando a tu ánimo
a venir por más…
Ambiciono tu cordura,
agitando el deja vú,
cuando me acerco
y logro desatar, del verbo,
toda la luz,
mientras, debatida, tu lengua
la anudas a este mecanismo
que otorga la garantía
de consensuar cada letra…
Deploras la represión de tus paisajes
y me remites a la fantasía
que sigue repitiendo tus ojos,
como un espectáculo de estrellas…
Te encanta
compartir palabras
en un juego vivaz y divertido;
alimentar el suspiro oculto de mi alma,
sin darte por aludido,
cuando el estrago,
ya consumado,
me deja una armonía literal,
a nada parecido…
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