Acudes, raudo,
en desvarío,
oculto en las elegancias espontáneas
que sólo hablan de tu prominencia;
soy el hallazgo de tu curiosidad;
la más honda consecuencia
de lo que te propones
y, suspendida en sensaciones;
en el vientre de tus aguas talentosas
donde gestas lo infinito,
como estrella fugaz
en el cumplimiento de los sueños
de todos mis ángeles, te digo…
Mátame con tu lengua exquisita;
disipa toda especulación
que no pretenda satisfacerte;
desafíame a perderte;
procura dejarme sin opciones,
coqueteándome
tallándome, por dentro, tu nombre
con furor contiguo…
Piloto de mi vuelo,
red inteligente de comunicación
que desbarata mi plusvalía
histórica en ti,
apresa este delirio
que consolida
la vocalización de una fábula tormentosa
de principio a fin…
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