Tu lengua sabrosa,
tan pulcra,
encierra el misterio de la franqueza
que arrasa con mi modo
de huir, contigo, desesperada,
mientras me tomas entera
y, sin lugar a dudas,
el robo del horizonte se queda corto,
tras el golpe de gracia
con el que te adjudicas mi admiración…
Asimismo,
con la difusión de mi plan fallido,
constatas lo dedicada
y enteramente sensacional
de la idea de convertir lo imaginado
en realidad,
haciendo, atractiva,
la filarmónica de un silencio
que me lleva a despertar en tus brazos…
Inclusive lo consigues
sobre la marcha;
sólo por detectar lo irrenunciable
que me encuentra mareada de nubes,
cuyo arrebol es turbina y aspa,
coloración sonora
que engulle y tritura el ocaso…
Majestuoso resplandor
que me hace distinguir lo avezado del alma
en su afán de enjoyar lo que toca;
este rubor que exhibo
dopado,
adicta al fantástico efecto
que te hace irremediable,
desestima sacarte de lo que siento,
hundiéndome más adentro,
todavía
cuando me asignas la dosis
nefasta
y todo marcha según lo previsto…
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