Miro
las aguas de mi fortuna;
la abrumadora lucidez
que me hace
encadenar colores;
detallar la forma de las burbujas,
con tal sutileza,
como rimando el amanecer
de la noche,
cuando me hurgas el silencio,
sembrando mil tentaciones con los ojos…
Florezco,
arrebolada;
en una mezcla psíquica
entre luz y sombra,
tallando el alma con la lengua,
arresto astronómico
que te vuelve armonía de plata,
escénica y melancólica,
erizando mis sentidos…
Perplejidad que frecuenta los instantes
que hallan fundido a tu cuello
mi vocabulario,
cuando el mundo parece alcanzar la victoria
sólo por contemplarnos juntos,
tal vez intercambiando
gigantescas reacciones
que nos enroscan en una espiral de fantasía…
Y sientes que estoy,
lo siento;
sabes que soy,
siendo contigo
un sol tan adentro,
zambullido en sensaciones;
el mismo paladar
mojado de una lírica que siembra paraísos;
la más bella prisión
del verbo y su accionar…
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