Se arrima a esos dos cristales
una luz recién nacida
que procede del morfema
que me señala tu contacto;
la fortaleza que cuida
el alto impacto del comienzo
y que encamina, impaciente,
tu recorrido por mis labios…
Causante del delirio
que me acaba,
te asumo,
como piedad sin juicio
y ante el ataque
drástico y enfático de tu noche,
cuya eficacia dispone permearme
con su lengua seductora,
sucumbo a su toque…
Al desplazarte por mi instinto
pareces desafiar todas las corrientes;
moler leyes obsoletas
que componen la repercusión
de viento y espora;
estupor, resoplando un revuelo
que apura, prominente, la evidencia…
Y sonríe el despecho,
mientras te impones con cada palabra
en armonía ascendente;
me haces brillar,
como prioridad persecutoria
en el acto…
Las ciudades altas interrogan al púrpura
que cae detrás del sol,
como un presagio de estrellas
o un desliz, acuartelando el azul oscuro,
cuando desnudo y tenso el corazón,
una vez que te haces de mi latitud más perversa…
No hay comentarios:
Publicar un comentario