Tu devoción más pura
es alevosía indómita
que quita de mi carne
la luz de cuarzo
y, tendida ante tus ojos,
me dejas con la vida en las manos,
chorreando morbo y penitencia,
impedida de rechazar
arder en tus aguas…
Está tomando forma
el drama del acontecer,
complotando con mi propia disidencia;
subir, a penas,
gravitando un silencio mutuo
con la apertura y resistencia
que se alza ante el tirano…
La aplicación detona, sin forzar,
la palabra
para cohabitar el instante del destello,
justo cuando varío y, lo anterior,
se vuelve atemporal
y me toma de la mano,
sin premeditación,
su espontáneo resurgimiento…
No hay comentarios:
Publicar un comentario