Ruedo,
súbitamente,
el cristal y lo sumerjo;
exhibo la pausa
que me acontece al sostener
todo el esplendor de tu silencio,
cuando despuntas
y despiertas mi canto sensorial…
Amanecen mil destellos florales
cuando orquestas el romance
que va a darse a mis ojos,
como rastro de humedad,
avistando tu sed de colores;
un canto liquido
tras el disparo que percuto…
Ruge el tacto de lo puro
en proximidad inevitable
y saboreo el embeleso,
bañada del equinoccio
que parte de tu aliento,
sublimación
que sacude mi ser
sin ninguna evasiva;
chasquido eléctrico
que encuentra el descontrol
irrefrenable de mi piel;
sorbo de excitación
que se desata en un magnético pulso
sin voz,
sin disimulo,
definitivo y en suspensión…
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