Rugido Condenatorio

Con la magia en los ojos
y el atrevimiento desbordándose
por tu lengua,
remonto tu encanto,
ahogándome de su rutilar…

Me amontono,
como pecado capital;
empecinada en
increparte
con un dejo de miel
y entusiasmarte el paladar
con la intrepidez que me despiertas…

Coartar lo que me hace distanciar
del abismo escurridizo de tu cuerpo
e involucrarte
en este batir de pestañas
que se pasa de la raya
para engatusar tu revoltosa filosofía…

Mis bosquejos sólo llevan tu nombre
y es un mero trámite,
autenticar los regateos,
porque esta terrible fiebre
que engrana la noche
al donarme, sabiamente,
tus predilecciones,
me hace lamer tu oscuridad,
haciendo olas con el magnetismo…

Y, sin discordar,
la cubierta de tus vibraciones,
como anamórfica impresión,
provoca,
sin detener,
el vértigo consensuado
de varar en el hambre pasional,
chispero del desastre,
expulsando las ganas de sostener
la orgánica de la divinidad…