Nazco
con la condena a cuestas;
sentenciada para siempre,
maldita
y tú
me aspiras devorar,
tendiéndome una trampa útil;
convirtiendo mi pena en el estimulo
para suscitar tus bajos instintos…
Acorralada por tus ojos claros,
que irrumpen
con su plan de ataque
en sincronización mortal,
suspiro…
Y rota mi piel
por las líneas de tu mano,
anomalía trascendental
que se registra en mi sistema,
mientras hago una oda a tu lengua
de fuego incontenible
para hacer estallar los enlaces
que me limitan…
Los colmillos voraces de tu noche
me piden ser autora
de su ritual hedonista
y maúllo sobre la cornisa,
cuando,
arrancando el sueño saturnal
con las uñas;
me despojas de la vista
y contemplo el instante último
de vivir un sueño contigo
y prolongarlo de por vida,
abrazando la fuga del aire
con una transferencia vocal,
cuya luz en pausa
nos vuelve inmortales…
No hay comentarios:
Publicar un comentario