Te esculpo
mi palabra, en la lengua;
mi voz y mi melodía;
la curva sensitiva de mi esencia
que saborea,
transitoria y eterna,
sin sofocar un ápice,
tu sonrisa circular;
comportándose,
como la luna
ante el cristal de un poema;
mi identidad
que se sabe manifiesta en tus ojos…
Me untas el gusto
por tu enfoque
y recabo, de tu noche, sin igual,
la gran atmosfera para una plática bonita;
un episodio de culto,
con demasiado sábado en las venas
que evita dejarlo escapar;
un espíritu de seña zigzagueante
invitándome a abandonar cada plano
con un brindis de candor…
A pies descalzos,
sigue un ente, permitiendo
que lo silvestre irrigue
esa luz coreográfica,
tecnicolor,
cobrándose mi canto
en los límites de la imaginación…
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