Secretamente,
en manos de la destrucción,
se moldea un corazón rebelde,
así como el viaje en el tiempo
que me frecuenta,
deja de percibir
las horas,
cuando, mirándote de frente,
salgo corriendo a tu encuentro…
Contigo funciona la química
que cabalga
la voz urgente de la tristeza;
el blanco que no olvida
soltar el desastre,
provocando la divina colisión;
fracturarse
y, telúrico,
implantarme la réplica
sin otra razón que la razón del instante,
esparciéndose;
espolvoreando un sueño imparcial
que desintegra todo lastre,
mientras rescato, de tu boca, la eternidad…
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