Traes de vuelta la magia,
a los ojos de una luz suprema
y afinas la nota que arrojas
sobre mi alma,
apartándome del lugar equivocado…
Qué adorable la melodía
que me trae tu tacto
y me deseas,
con ese silencio arrollador
que interactúa desde lo profundo,
ardiendo en sonrisas…
La arrogancia de un abanico iridiscente
me contempla,
sumergida en tu fonética;
escribiéndote notas en papel diamante;
creando remolinos, a raudales,
en la crepitación del metal
que despliega la transmisión sinfónica
desde el otro lado de la línea…
Abrupto y ensordecedor
mana el arcoíris dulce que entiendo,
como numen divino
y una magnolia de oro
me nace del pecho,
salvaje
y no contengo el latido
que se ensancha,
nítidamente,
a la simple vista del instante…
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