Disfruto el plácido vaivén
que sostiene la distancia
entre tú y yo;
te respiro
con el ánimo de suspenderme
en ese ir y venir que me acumula
tan lejos
y tan cerca, a la vez;
tan definida la alineación
que activa los receptores sensitivos
y que vienes superando,
con creces,
bajo mi piel…
Disipado el nervio,
propiedad y hartazgo,
de algún modo,
me haces tocar el mundo espiritual;
beber del pozo de amor infinito…
Al ritmo del humo,
enredado en la mención del aire,
así, mi cuerpo contra el tuyo,
constata el magnético instante
que nos ve mover el universo,
al caer rendidos a la concordia,
en el juego santo de unos dedos
que musitan un estado de gloria…
No hay comentarios:
Publicar un comentario