Urdo, con naturalidad,
el plexo de energía
que va a mostrar las coordenadas
que gradúan, en estéreo,
el rango de una fonética sibilina,
sin concitar más impostura
que entender lo excepcional…
Estamos listos para fallar
a favor de este misterio;
torcer las dunas calamitosas,
con los códigos en las pestañas
y escribirlas
con la aceleración de sabernos
en éxtasis;
agentes que fluctúan,
explorando la geometría
trascriptora de lo sagrado…
Cuando ya me creía preparada,
llegas con tus colmillos de cuarzo
a hundírmelos
para hacerme notar
que las tres vocales
que se sueltan de mis labios
para llamarte,
condicionan
el desangramiento del tiempo y espacio…
Soy la sed del futuro,
ideándose fugaz
en el cubículo de sombras y espejos,
que me ilustra mitad alma
mitad carne y hueso…
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