Me hundes tu lengua
desafiante
en un acto de rebeldía
y un ángel se cuela en la mía,
mientras siento pararse el tiempo,
saboreándote…
Cruje el abismo,
conectado a esa luz ventricular
que reparte el perfecto cóctel
para mi alma…
Tus labios son caricia esponjada
e, inmersa en ellos,
logro el placer
de tu colosal paisajismo
y la visión del vergel insomne
de los amaneceres,
en la noche de tus ojos….
Me enerva saberte
valiéndote de algoritmos
para capturar la intención desnuda;
provocándome,
con la locura
del gesto inadaptado de un meteoro…
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