colocas en mis ojos?
¿Cuánto…
en mi lengua
en mis manos…?
que puedo
concebirte todo,
dulcísimo y espontáneo;
arar el suelo transparente,
donde siembras un aleteo de mariposa,
casi a diario,
para ver arder el destino,
cuando me recuperas,
doblemente incrementada…
¿Cuánta poesía tuya
nada en mi sangre?
¿Cuántas rimas
bombean
mi pecho y frente?
Ruedo en la fortuna
de que selles tu piel en mis labios
y rezo,
rezo,
al ángel de las palabras,
encuentre las que considere
facilitar el instante
que presuma enredarlas…
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