Esa luz que se mece conmigo,
cuando la irradias
al sentirte bajo el efecto hipnótico
de la noche y su palpitar,
me tienta
a improvisar una caída
en tus aguas turbulentas;
descarrilar el mimetismo
y verme envuelta en tu odisea…
Eres un faro que me busca,
pellizco astral
que excita mis células,
llevándolas a una danza endemoniada…
Invierto en ti
mi ondear de musa;
mascarón de proa
ese vahar que expulsa,
con todas mis ganas,
un aura de rocío
que conmina el hambre del delirio
y se vuelve mi sello personal…
Tu escritura,
en los puertos de mi alcoba,
la embriaga, conmigo dentro;
su rol encaja,
como una arista a incurrir
para que me rebata el silencio
y dejarlo cubrir mi boca,
tan desnuda,
como base de datos por abrir
ante la exploración de tu experiencia,
retozando…
Las alturas me hierven
con prematura consternación
y declaro, inevitable,
lo que provoca acercarme
a los ribetes de la más pura satisfacción…
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