Tu presencia inunda los espacios;
suele accederlos, despacio,
sin percatarte, siquiera
de lo que provoca…
Y qué tormento
reconocer mi karma
en esa hoguera subcutánea
que grita, a todo fulgor:
Quédate conmigo,
si es lo que soy…
Tu ración de ruindad coloca
mis partes privilegiadas
entre tus dedos,
mientras la huella de tu paso por mi superficie,
me encamina a la extinción;
me lanza
al derrocamiento;
al total desperdicio de mis aguas…
Derramamiento y desembocadura;
dispersión demencial,
tronar de azúcar
en un rompeolas…
Me inmola tu rito de iniciación;
el bautismo de tu manantial:
el sello holográfico
que transforma,
hasta lo más mínimo
en barbaridad…
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