Tu tacto,
delicia del riesgo,
atracción inevitable,
me conjura,
dentro y fuera de la realidad;
iniciación que acaba con el consentimiento,
tumbándome a tu vera,
irradiando violines de sal,
atados a la sinfonía de las esferas…
Criatura excitante,
clavas mi carne en tu estoque
y, al pegarme a tu noche,
me ofrendas
hierba y porcelana;
seda y miel;
sabia poesía
que el ministerio de tus ojos
oculta detrás de cada símbolo,
destinado a hacerme caer;
veneno visual que, de a poco,
van agradando a las sombras
que se transparentan,
porque, al mirar como miras,
desmantelas lo abyecto…
Guiado por el brillo de mis piernas,
tu entusiasmo se va atreviendo
a descolgar el despiste;
a empapar, en un licor de fresa,
el desquite de tu lengua,
inyectada de euforia…
Escritura en el aire
que fideliza las fases anónimas
de una oscuridad entrelazada,
cuyo gong va
imantando la exhalación más profunda;
liberando el ave de mi corazón
que trina y burla lo turbio,
haciendo germinar equivalencias insinuadas,
tornándose confesas
en el terreno más puro…
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