Parece ser que soy,
entre tus dedos,
el desfile ardiente de la noche
y qué honor,
cuando sumida en lo que eres,
también te reconoces,
fluyendo esta dimensión…
Inútil no advertir
que resucito,
cuando estás cerca de mí
y me acelero,
cuando enciendes las aguas y me das
un país de estrellas,
donde me esparzo y brillo,
aleatoriamente
y ejercito entrelazamientos
que superponen
lo que traigo entre labios
con lo que traes en mente…
Exploro la contradicción
y pierdo el rumbo
sólo para volver a encontrarlo
a través de tu lengua,
fuera de toda piel inventada
que sucumbe,
abriéndole paso a lo genuino…
Espolvoreada de tu estela,
la verdad incombustible del universo
me ambiciona
y mi voz es el camino del cambio
conveniente,
para que todos tus lugares
siembren su cúmulo de presunciones,
abrillantando con su paso
toda forma para seguir elevándome,
hasta hallar los corazones,
flameando entre costuras celestes…
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