Mi pulso se desploma ante ti,
aquietándose mi alma;
me das un suspiro de algodones
que endulza la vibración
con la que me mantienes unida
a esta realidad análoga…
Se reanuda mi respiración
y floto en un bosque de plata,
donde tu lengua se deja sentir
con su divino poder
y su aplastante sensación
me traslada a través de lo básico y complejo,
mientras muero en tu boca,
liberando energía,
como el don que se dispersa en el silencio,
completando el paso al otro lado…
Me ilumina tu canto,
su esencia
va retorciendo el cristal y su reflejo,
inmensidad por doler,
comprensión dadivosa de la tragedia
que nos va a suceder…
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