Iniciadora de tu ritmo,
sostenida en lo más alto de su vibración,
me deslizo
por ese movimiento incorporado
que entreabre la melodía en consonancia,
acabando en tu interior…
Al palparlo,
hecho serenata de fuego,
puedo percibir
cómo se menea, en deleite,
la noche borracha de piel,
melomanía a la vez,
recopilándonos frenéticos…
Lo siento,
me estas deseando;
ocupo tu espacio secreto
y lo asumes,
brindando lo que desconoces…
Te saco del plano corpóreo,
entretejiendo sudores
y se te escapa el color del silencio
espontáneo,
mientras modelas con los dedos
la iridiscente silueta
en la que me transformas,
cuando dejas que venga tu envergadura,
nada austera,
a coger su trofeo preciado…
Me perturba
verte accederme los tejidos energéticos;
tu insistencia en el intercambio
trasgresor de mi lengua;
me hurtas lo que soy;
derrotas mis jaulas
y, ensortijadas las almas
que vulneran toda resistencia
a quedar varadas en la tormenta
con exceso de culpa,
se acarician, prófugas del fin,
confusas al escribir
su propio renacimiento…
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