resisto el temblor que infunden
sus resortes refulgentes,
articulando lo sensorial,
como amapolas en un torbellino solar,
bordeando los contornos de la siembra…
El regodeo de tu voz temprana, relampaguea;
me resuena en la lengua;
dejas que palpe su carácter disuasorio,
mientras someto mi humanidad
y fantaseo, divulgándote mi corazón…
Tragada por tus efluvios de oro,
aludiendo mis capullos poéticos,
concilio un océano,
brincando en vehemencia…
Lo derramado bajo un domo de vapor
se enreda en mis palabras
y no hay manera de resistirme al deleite
de cabernos en esta luz encarnizada,
combativos;
declarados ante una ventajosa propensión
a inmolarse;
la urgencia implicada hasta el silencio,
encubridor de todas las maneras del hambre…
Alardes del tacto instintivo,
asumiéndonos,
en movimiento
ante la orgánica de inquirimos…
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