Y ya estás en mi cabeza,
empecinado en descarrilar mi cordura
con esa extraña capacidad
de hacerte sentir, tan adorable
que, hasta la oscuridad sopla sus caudales
por la desembocadura de tus ojos de plata
y mi sangre se inflama,
mientras la erección de un desorden colateral
alberga un pensamiento
cargado de ti…
Ocasionas un desastre
al no parar de escribir el despliegue informe
que nos pierde en el otro…
Pionero de mi luz, es tu universo
que lidera, poderoso,
mi cacería de sueños,
cuyos sentidos alternos
amputan el pretexto de alejarte;
el vértigo análogo se contrae
y caigo,
como cascada sin fondo
sobre tu lengua…
Aunque me relates el infierno,
voy a quemarme;
a deleitarme con la fragilidad más bella,
tras concertar con tu voz
una cita,
bebiéndonos, a tragos, el insomnio,
sin reparar en pasión y poesía…
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