Leer tus textos
me hace sentir
que me miras, con furor;
que me animas
a acudir a ti y escucharte
fundamental…
El acústico resplandor
que adaptas, sin hablar,
a las curvas de mi lengua,
tiende
a incorporar intervalos
que me trasladan a tu mundo mágico
y me fascina…
Tanta belleza descrita;
tanta sobriedad desperdiciada,
me suspende a tu deriva
y las proyecciones hemisféricas
te reiteran,
como mi selección natural
para desenterrar
las estrellas de mi frente
y dejarlas escapar
hacia tus dominios cerebrales…
Y, mientras mis lunares
cubren tu piel,
consigo el beso ardiente
que me consume,
hasta encontrar la medianoche
sumidos en placer…
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