Me quito, de súbito,
las ganas,
mordiendo tu cercanía;
arañando tus aguas secretas,
mientras se mimetizan los estados,
hasta que subsumo tu cuerpo,
creando un movimiento
que no acaba…
Me refiere el brillo
de tu aliento incitador,
así como el pulso de dos galaxias
que acomodan su torsión
en sí mismas…
Se arremolinan,
embargadas de ímpetu;
valiéndose del sueño pupilar
que les corea y anima,
para verse despertar
en otro espacio…
Entre tú y yo,
no existe abstinencia,
sólo conexión al exceso…
Y, poblados de ilusiones,
nuestros roles principales
sobresalen...
Tan inhóspitos los miedos,
como ríos, caen
solo para aumentar la inclinación
de los átomos
hacia un lienzo solemne…
Acaso el mañana nos aprecia tanto
para inquirirnos
con la brusquedad del tacto
de un pincel y su acuarela,
revelándonos enteros,
desde siempre…
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