Todavía
no vacila el reflejo
ni cuestiona el gesto,
la actitud insidiosa
con la que me transportas
a las estancias ocultas,
donde la inocencia
encuentra el carril
hacia su reverberación…
Un lapso de tu voz
retumba y me desarmas;
tu piel, en mí, es gravedad
y alucino…
Me atengo a este despojo
y su mortaja;
al vacío
al todo y nada…
La meta está
al rendirse al abismo,
al fin de la agonía;
como el paisaje del carrusel
donde renace, cada vez,
el embrujo de la rebeldía,
mortificando a la sensatez…
No hay comentarios:
Publicar un comentario