La fragancia de la flora
y el desborde bestial
de mis palabras,
dominan el quehacer
que pone a andar
lo que me coge sensible…
Soplas
el polen de tu silencio
sobre mi desnudez espiritual
y el sueño del sol
se escribe
a la velocidad de los colores,
deletreando
el absurdo doblez del tiempo;
el campo magnético
que desmorona su andar…
Con tanto amor en el cuerpo,
florecen, a llamaradas,
mis emociones…
Y, entonces,
me da la razón
tu verdad más amable…
Me concede,
con todo y poesía,
desatar la actitud más voraz
y mostrarte la noción universal
de las vueltas que da la vida…
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