Y nunca tu sueño distante,
insiste en fulminarme,
sin descanso,
indistinto,
cada parte;
empuja su lenguaje de símbolos
para provocarme
morar las estancias de lo arcano…
Ese alardeo obcecado,
fructuoso,
del que no retrocedo,
sólo destila mi gozo con brutal hartazgo…
No obstante,
retrocede el tiempo
con el desquicio cósmico,
mantengo viva la ansiedad,
moliendo llamaradas;
empapándote en la locura de ver más allá,
porque las percepciones estallan,
agitador de mi alma;
revolucionas cada plano
y respiro tu aire de luz inalámbrica,
esa fuerza espacial
que consagra la complicidad de la noche
sin restricciones…
Prendida al acto reflejo de emboscarte,
estrechándote la suerte en los labios
con un acertijo exacerbado,
algo necia,
al alero de los tejidos secuenciales
que curiosean el tórrido efecto
de sentir el pulso sincronizado,
desato ese ondear atrayente,
casi hipnótico,
mostrándote lo absurdo de pretender
que lo que trae la rienda suelta,
se pueda sostener,
tan sólo un poco…
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