Persistes en hacerme
carne de tus sueños;
el sabroso festín
que te reservas compartir
con la agonía del ascua…
Vas
sacudiendo, demencial, la constante;
resolviendo la incógnita
con significativa táctica…
Así,
seguido del estruendo,
te sale del silencio,
desplegado,
insuperable,
el cantar de la piel;
el resto que propones someter
a la suma de placeres
que me tienes preparado…
Y me abruma,
sinceramente;
incorporarme
a tus textiles alados;
a esta relación que capta
el enhebramiento de la intriga,
poco antes de que me toques…
Vienes
a colocarme
en tu bordado de tentaciones,
con tu atracción ilimitada;
a poner el musculo flotante
al servicio del efecto…
Todo un masaje de luz y agua,
correspondiente
al elogio
al enervamiento que me derrite;
germen de suelos cambiantes…
Y es que no es posible asirme a ti
sin despedazarme…
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