me está quemando por dentro;
las tonalidades
arden a temperaturas siniestras,
cuando me abres la boca
y me agarro al poder de tu lengua
antes de sucumbir a su efecto…
Ni lo piensas,
encajas la proporción
que complace advertir
la holgura de la simultaneidad…
Y, sin pararlo,
le permito ir y adquirir
el acople de alientos
e, instantáneo, identificar
que el dominio eterno del entorno,
deja en el piso la interrogante,
como crudo vestigio del logro…
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