Me pierdo en tu arrastre
sugestivo;
comprometes mi evasión
con tus torrentes psicológicos,
sosteniendo en tu lengua
la trama favorecedora
que fulmina toda convicción…
Coloco
en el aire el mutismo
y me quito del mundo,
mientras te disparas,
certero,
a mi boca
que sonríe, trémula;
bajo el agobio del desastre
que se desviste de sus escudos…
Y ya no estoy segura
de lo que creo;
me confundo…
Estás escrito en el silencio,
diciendo “sígueme”...
¡Qué rufián!
Logras hallar la palabra impensada
que me ata, por completo,
a tu índole excepcional…
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