Requerida II

Regateo las intenciones
que generas,
cuando me miras
y su forma de aplicarlas,
para ocurrir con la ocurrencia
de la opción más llamativa;
de padecer tu estigma
hasta residir en la manera indómita
con la que me rodeas…

Te luces al purpurar,
mientras se posan,
sobre mi lengua,
tus palabras
y se acelera mi alma,
porque el dulzor que nada en el aire,
me imagina,
procesando el temblor;
optimizando el flujo del candor
que deambula en el desquicio
que originas…

Los arqueos consecutivos
se adhieren a la constancia
con la que siento caber
la conquista de tu intersección
y, la atadura magistral,
sondeando el desenfreno,
en su fase preliminar,
se asegura dejarme cautiva…

Lo creas o no,
continúas aquí
en el umbral de mi boca
desde el mismo momento
en que te cruzas
con mis cosquillas…

En ese morir incesante
que deshoja el dilema de la piel
y otorga la pausa oportuna
para amarte una y otra vez…