Aventajados y asiduos
a trasladar su quietud arrolladora,
los silencios,
una vez les atañe la química
y su lista de efectos secundarios…
No ignoran
el viaje hasta Saturno
que parte de tus labios,
confirmando,
con ello,
lo que, sin hablar,
se concentra en sus anillos,
como un secreto circundante…
Notificarme ante ti,
se vuelve obligación;
la necesidad de impartir
el acomodo,
abrasiva,
sólo por darte a conocer
la excelencia del trayecto
a mi corazón…
Tender a cautivar cada espacio
y su lista de requerimientos,
hasta verlos colapsar,
como núcleo de supernova…
Atenta la neurogénesis
y su envés de arraigo,
disfruta la lectura de tu alma…
Como el revoloteo
entre dos mariposas monarcas,
arremolinando la brisa,
se depuran mis suspiros
en tus ojos…
Y tu desfile por mi boca,
protagoniza el efecto
que, de una, lo cambia todo…
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