Murmura tu piel,
mientras te abro los labios,
balsámica
y te mojo con el silencio
de una flor auroral
nunca antes vista,
pronunciándola en tu lengua
para absorber lo que se derrama
y brilla,
sin mesura…
Te invado todos los sentidos,
cuando la humedad y su raíz de aliento
insondable,
hace girar los instantes
para repartir su carácter transitorio
que pende del ahora
y descolgarse,
violento,
hasta perderse, después, en la memoria…
Mi fortuna se desata,
cuando pasas a través de mí,
exageradamente,
hiperbólico;
vida y muerte;
desvanecimiento del alma…
Y no ignoro el exceso
con el que apresas mis perspectivas,
mientras un desastre se oye venir;
un desacato
que no encuentra forma de evitar
el hallazgo de tu inventiva…
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