Flotan las letras,
delante de mí;
se arremolinan en el aire
y ruedo por lo que dicen…
Mi lengua es una espiral de agua
para que te deslices,
con frenesí
e instales el discurso de tu vida
por cada sílaba formada,
aposta…
Penetras en mi boca,
como átomo a sus filas,
completando el código poético,
tan dulce y prometedor
que nos enlaza su covalencia…
Atrapo un atavío tornasolado;
lo relleno con centellas
e, hinchada de esplendor,
eclosiono y avanzo
por la guía de tu nombre,
alimentada por la clorofila verbal
a la que me doy
para alcanzar la brillantez
de tu palabra y su horizonte…
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