Quimérico

Cada pista en su hallazgo,
me mira directo al silencio
y, conforme las distingo,
ato palabras para que se haga,
más que probable,
traerte contento
y confesarme enamorada de tu alma,
mientras me recojo en tu claraboya,
con tu rostro grabado,
repleta de ilusión…

Corro por tu mente
y tus vistas me son,
a tu lado,
en medio de tu aliento…

Me figuran,
como donativo del universo,
mi puerto y mi jardín…

Y aunque, a veces, me confunden sus motivos,
innovo la manera de escalar sus aristas,
multiplicando las escenas que empleo
para tontear con la idea artística
de que somos zafiro y rubí…