Vas entrando,
sin pensar,
en una danza de luz armónica
que devora la ansiedad
y que dejamos flotar,
leyéndonos la mirada…
Se estira el tobogán
por donde resbalas tú
y tu sed corpórea,
rebelándose contra lo inédito…
Y qué eterna me parece tu lengua,
como líquida expresión de tu levedad,
mientras me llueve por dentro
y me siento
chispa de euforia;
ración de humedad,
impregnada de ti
para, luego,
mientras todo da vueltas,
pulverizar,
con acción nefasta,
todo aquello que siquiera pretenda
alejarme de esta sensación celestial…
O acaso sea el silencio
el que se alarga,
dispuesto a atravesar
mis aureolas de fuego
y, sobre mí,
su resistencia, perpetuar…
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