Ver el tiempo
correr despistado;
salir disparado del reloj de pared,
cuando vigila mis idas y vueltas,
sin detención…
Con desesperación,
desangrarse,
pintando la curvatura
que vertebra su lamento
entre tu lengua y mi voz…
Mirar por la ventana
y ver la noche, encendida,
bañándonos
con sus ojos de plata,
espía de lo que vamos creando…
Me incendia de fantasía
y, embobada;
empapada de los charcos de tu piel
que me llueven y hieren,
sin piedad,
en caída libre,
te suelto el verso eléctrico,
al comprender cada palabra no dicha
y que dice lo que tú no,
para que,
salpicando mi oscuridad de dicha,
desfiles por mi sudor…
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