Calvario

Con la tenacidad del rayo,
mezo tu aire,
lo destemplo,
sorbo el numen
que surge,
como metáfora del silencio,
hilando el latido altisonante,
así como el instante de todas las veces
que haces arder el sol en mi costado;
sumergir tu dosis de obsesión
debajo de mi lengua,
bajo el mismo tenor de acierto;
bajo el mismísimo amor
que vengo sintiendo…

La exquisitez de tu son,
como rama iridiscente
se extiende,
buscándome;
bifurcándose entre sí,
para, al filo del impacto,
apartar
deseo y clamor;
solemnidad que evoca
el menoscabo de la sombra,
colocándome a tu altura,
empinando mis parpadeos
para mirarte más de cerca…

Ay, la humedad de tu tacto,
esa cruz inseparable,
tortura con la que me acierta
la luz de la inmolación,
como ofrenda incomparable…