Sumisión

Trepidas
al traspasar lo que te intuye
y repasar la causa justa
de darte a probar de tu propia medicina,
cuando lo que me obstina
es darte luces de las sensaciones
que me despiertas…

Te atribuyes lo que procura
ese cúmulo de inducciones
que te contemplan,
al choque,
sin prórroga,
con la explosiva precisión
de acertar satisfacerte…

Me dedico sólo a la crudeza
de ser de tu gusto,
interviniendo la ruta indómita
donde oscilan los gestos
de más;
destilando textos
de energía limpia y arrolladora
para distorsionarte la lengua
y darte el aliciente,
jamás estéril,
de la oportunidad…

Se hacen humo las sombras
al columpiarme con la luz de tus dedos
en un viaje ciego
que suelta su carga en mi piel
y, aunque anuncies tu corte límpido,
ese daño en ciernes,
me concierne,
porque cultivas la asistencia perfecta
ante el brote del agua de los miedos
al hacer, de mí, la salvaguarda
y complementarla,
improvisando la estrategia,
como el péndulo
en la intención del alma…