Periscopio

Me sumerjo
en el intuitivo misterio de tu verbo,
la prueba fehaciente
de que existe la hondura
de una periferia
que se mueve más allá de todo…

Te doy ganas de saberme,
porque tengo, a salvo,
la oscuridad embravecida;
lo inusual en la punta de la lengua
y en mis ojos,
lo que determina
el modo de cabernos en ambos…

Tu fama de arquero
me va enseñando
la precisión del instinto
que localiza el vértigo diacrónico
donde reside el encuentro
y sus aladas maneras;
la intemporalidad que atormenta las masas;
el berrinche de las sombras
al que te añades,
suspendido entre dos puntos…

Y me atraes,
oculto
y dejo que vengas,
porque vibra en colores
el revuelo de equivalencias
que sublima tu alcance,
permitiendo que todo explote
frente a lo que hace
que comience de nuevo
otra escena milagrosa…