Descubierta,
tal cual lo siento,
me acerco
por el borde de la perturbación,
hasta alcanzar la amplitud fonética
que recoge tus huesos,
montando formas en el aire,
porque, al encontrarte,
medio despierto,
sigo gestando un idioma
que embriague el arranque de tu corazón
a la velocidad de los astros…
Tu silencio me moja
y es que, al saber fascinar
con tus eficiencias esenciales,
me enseñas
el fuego santo,
residual y momentáneo,
sólo por respirar y latir
la distorsión de un viaje
que fulmina el tránsito
para abrirse paso
en la fuente flotante
que nos gobierna entre disturbios…
Lo que muere da paso
a lo siguiente,
acatando el rumbo de la orden superior
y es que agrede lo anterior
el impacto superlativo,
mostrándose,
paso a paso,
la nueva versión…
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