Nada Cauteloso

Asisten al estreno de la noche,
la dulzura maquiavélica de tus silencios
y su instinto de conservación,
envolviéndose,
imperantes,
en las columnas que me sustentan;
dejándose acompasar
entre los deseos encontrados
que se descubren,
nadando entre flores de plata…

Su emanación es
pálpito sagrado;
ecosistema que deja salir
la energía motriz de sus caudales,
como una cascada
cálida y renovadora,
alargando la pirueta
con la que la esencia se arroja, dando
en el blanco de la sombra;
en el clavo,
cuando procede el brillo y la vibra
en lo relativo a la física equipada
con la habilidad
de reincidir;
de sentir la vorágine de las mareas
y las palabras en la misma lengua,
como un vaso,
ardiendo;
bebiéndonos esta sed en común…

Volver el reflujo, expulsión
y fluir en mi asalto vaporoso,
pegado al tuyo,
concienzudamente,
alcanzando el poder de rotación,
cuando me fundo a tu contacto;
al acceder el asombroso escenario de los soñadores,
reaccionando a la verdad que se revela
ensartada en tus sienes;
en el iris de lo indómito…