Empujan mis paredes, un sueño más grande;
su vigor estimula mis sentidos
que se abren;
fuego y fragua de una visión
que me comparte el lujo
de contemplar la voz temprana de la noche,
donde me derrito y fundo…
Poemáticos,
de boca en boca,
nos damos al cosquilleo
de masticar el superfluo instante,
inflamando, de plenilunio,
el desvelo…
Dado que la frescura salvaje
es el gancho que mina la hecatombe
en segunda persona,
descifro la manera
cómo se escribe
la ópera prima de las estrellas
en un idioma
que marca el rumbo
de mi sextante…
Al poder, puedo valerme del encanto
y seguir adelante,
navegando a través tuyo;
tener para palpar la riquísima epifanía de la carne,
a la luz de un latido
y, ante la inclinación a sostenerte,
ir creciendo,
notablemente,
en lo sucesivo…
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